Cerró el bar La Paz, repleto de historias de bohemios e intelectuales
No pudo resistir a la pandemia. Bajó la persiana días antes de la reapertura del bar La Giralda. Fundado en 1944, entre sus habitues figuraban desde Rodolfo Walsh a David Viñas. Su época de apogeo fue antes de la dictadura militar.
A pocas horas de la reapertura del bar La Giralda, cerró para siempre el bar La Paz. Fundado en 1944, este Bar Notable, fue el lugar elegido por intelectuales y bohemios. Apenas llegó la pandemia cerró sus puertas, pero con la promesa de reabrir. Hace pocos días, bajaron el cartel y confirmaron su cierre definitivo.
En las mesas del bar La Paz se arreglaba el mundo, o por lo menos se intentaba. Todas las noches, se daban grandes debates y eternas charlas. En 1967, la periodista Lilia Ferreyra vio, por primera vez en La Paz, al escritor Rodolfo Walsh. Cuenta Juan Francisco Vilches en Agenda 365 que ese día, Walsh le autografió el libro Un kilo de oro. Lilia volvió muchos veces a ver si lo veía y nunca más se lo cruzó en La Paz. Recién separado de su tercera mujer, Piri Lugones, habían hecho un trato. “Para no cruzarse, Rodolfo tenía prohibido ir a los bares de mano izquierda de Corrientes, bajando al Obelisco, y Piri tenía prohibido ir a los bares de mano derecha. Rodolfo solo incumplió la promesa aquella tarde cuando conoció a Lilia”, contó Vilches. Años más tarde, se reencontraron el Chiquilín y se convirtieron en compañeros inseparables.
Thank you for watching
David Viñas iba siempre, elegía la mesa de la ventana. Cuando se abrió el área para fumadores siempre quería ir al “fumadero”. Cuentan que La Paz fue testigo del primer encuentro con su nieta, hija de uno de sus dos hijos desaparecidos, según recordó alguna vez Infobae. Cuando volvió del exilio durante la dictadura, enseguida quiso ir a La Paz, tenía la esperanza de volver a reencontrarse con todos sus compañeros de aventuras.
Ricardo Piglia, el “Mono” Villegas, Ricardo “Patán” Ragendorfer y Luis Salinas, también eran visitantes asiduos. Desde la época en la que se podía fumar y todo estaba bien, las noches en La Paz eran eternas. Previo a la dictadura militar era un lugar de cita casi obligada. Se respiraba un aire especial, repleto de sueños e ideales. El golpe militar obligó a exiliarse a muchos de sus habitues y muchos nunca más volvieron. Ya nada fue igual.
Todo fue cambiando de a poco, a fines de 1996, La Paz cerró y fue restaurado. En junio de 1997, reabrió con nuevos aires. Los mozos de siempre ya no estaban. Uno de sus ex dueños, José Luis Caneiro cuando reabrió en 1997 le dijo a La Nación: “A los bares no los hacen ni los dueños ni los arquitectos, sino la gente que los habita”.
Poco a poco, el bar más emblemático de la calle Corrientes olvidó su esencia. Creo un espacio especial para fumadores, en el intento de retener a sus clientes. El frente fue arruinado con un kiosco Open 25. Y ya no quedaba nada de ese viejo Bar Notable que supo refugiar a solitarios y nocturnos. Cerró su tradicional billar del primer piso y hasta hoy sus tacos siguen guardados bajo llave, esperando que los autoricen a reencontrarse con sus dueños. En 2016, una cooperativa de jóvenes lo reabrió y convirtió las mesas de billar en una vidriera de libros. Lo bautizaron La Paz Arriba y le dieron vida con milongas, noches de swing y recitales.
El empresario gastronómico español Ángel Valcarcel Fiz, dueño de varios bares porteños, fue su último dueño. Cerró el bar el 19 de marzo de 2020 por la cuarentena. Al poco tiempo, comenzó a desvincular al personal. A principios del 2021, aseguraba que en abril reabría. Pasaron los meses y todo seguía igual.
En La Paz sólo quedan dos placas en su puerta, la que conmemora “La institución del día del tango”y otra del sindicato de los canillitas que la rebautiza como Esquina Alberto Castillo, calle de tango. Se llevaron las mesas, las sillas, todo
Hace quince días, un lunes por la mañana comenzaron a bajar el cartel de La Paz, el que estaba justo en la esquina de Corrientes y Montevideo. El lustrabotas que trabaja a pocos pasos de la entrada miraba sin entender nada. Pasaron los días y comenzaron a verse algunos movimientos. Enseguida, aparecieron nuevos dueños. Aún no se sabe el nombre del local que abrirá. Pero uno de los nuevos propietarios, confesó que se convertirá en un restaurante de sushi.
Será raro ver comer sushi con palitos en la esquina que en la década del ’70 se soñaba con un mundo más justo. Pero todo cambió, en la misma semana que desembarca la cadena de pizzerías neoyorquina Sbarro en Corrientes al 1200, se conoce el cierre de La Paz.
Reabre La Giralda, aunque no sea la misma de paredes de azulejos blancos con grandes carteles con luces de neón y hoy este revestida de mármol. Pese a todo, es el único bar histórico que en la que fue la calle de las librerías, que pide revancha.