Logró acelerar la descomposición de las colillas de cigarrillos usando gírgolas y su curso competirá en la Feria Nacional de Ciencias
María del Valle Figueroa asegura que con sus alumnos conforman un equipo. Ella es docente de quinto grado y juntos representarán a la Ciudad con su proyecto con hongos. “Los chicos ahora investigan por su cuenta”, dice con orgullo.
Cuando María del Valle Figueroa llevó el hongo gírgola a la clase y sus alumnos lo cultivaron, ella temía que no funcionara. “Tuvimos mucha suerte, porque se dieron todas las condiciones de temperatura y humedad para que el experimento saliera bien. Los chicos trabajaron con muchísimo cuidado”, reconoce.
El experimento no se hizo en un laboratorio, sino en un aula de la escuela primaria Ignacio Fermín Rodríguez, donde María es docente. Su grado, quinto “A”, participó de la Feria de Ciencias porteña y se ganó un lugar para representar a la Ciudad en la Feria Nacional, que se desarrollará en Córdoba, por su proyecto con hongos.
“Un día noté que había muchas colillas de cigarrillos en la parada del colectivo cercana a la escuela, después buscamos por el barrio y notamos lo mismo. Entonces, hicimos una campaña sobre el tabaquismo, con canción y todo, para concientizar y recolectarlas”, cuenta la maestra.
El curso de María representará a la Ciudad en la Feria Nacional de Ciencias, que se desarrollará en Córdoba, por su proyecto con hongos
Una vez que las juntaron, se preguntaron qué hacer con ellas: “No queríamos simplemente tirarlas. Todavía no hay un tratamiento para descomponerlas”. Como María está cursando Fitopatología, que estudia las enfermedades de las plantas, en la carrera de Ingeniería Agronómica, surgió la idea de hacer un proyecto con hongos y los chicos se entusiasmaron.
El experimento buscó demostrar que el Pleurotus ostreatus, nombre científico de la gírgola, podía descomponer las colillas. Para eso, los alumnos cultivaron el micelio, esterilizaron el residuo de los cigarrillos y, finalmente, los pusieron en el mismo recipiente, junto con unas semillas de avena, para que el hongo tuviera de qué alimentarse en un primer momento. A su vez, hicieron lo mismo con pasto, hojas de palmera de banano y borra de café para comparar los resultados.
En quince días, la gírgola había colonizado gran parte de las colillas y había disminuido significativamente el olor
“Lo primero que notamos fue cómo disminuyó el olor”, relata la maestra. En quince días, la gírgola había colonizado gran parte de las colillas, éstas se habían degradado y el hedor había mermado.
La docente explica que eligieron ese hongo porque es accesible, al mismo tiempo que es un descomponedor primario, a diferencia del Champiñón, que es secundario y que, por necesitar una instancia de degradación anterior, no puede crecer en los árboles. “La gírgola es voraz”, señala.
“Lo interesante, sin embargo, es ver cómo los chicos pueden explicar eso”, afirma María. “Cuando los vi presentando el proyecto en la Feria de Ciencias, se me caían las lágrimas de la emoción”, continúa. Ahora, deben determinar si el hongo sigue siendo comestible, para lo que se contactaron con una escuela técnica porteña con orientación en química.
“Cuando los vi presentando el proyecto en la Feria de Ciencias, se me caían las lágrimas de la emoción”. (María, docente de la Ciudad)
“Lo que los chicos necesitan aprender en las escuelas, cambió. Por eso mismo las escuelas también tienen que cambiar y dar nuevas respuestas”, sostuvo el Jefe de Gobierno, Jorge Macri, en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura porteña. En ese sentido, la Feria de Ciencias, impulsada por el Ministerio de Educación de la Ciudad, no solo es un espacio para mostrar lo que se ha aprendido sino también una plataforma para pensar en el futuro.
El evento, que se desarrolló durante la última semana de agosto, reunió casi 300 escuelas porteñas que presentaron más de 200 proyectos que dan cuenta no solo de la capacidad técnica y científica de los estudiantes sino también su compromiso con el entorno y la sociedad.
“Lo que los chicos necesitan aprender en las escuelas, cambió. Por eso mismo las escuelas también tienen que cambiar y dar nuevas respuestas”. (Jorge Macri)
Por su experimento, además de representar a la Ciudad en la Feria de Ciencias Nacional, el curso de María recibirá un premio y una mención del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), pero lo que le importa a la maestra es haber sembrado una semilla distinta: “Los chicos ahora investigan por su cuenta y me hablan de otros hongos y fitopatógenos”.
María inició su formación docente a los 27 años en el Normal N°11 incentivada por su madre. En su adolescencia había sido catequista. “Tenía alumnos, pero no me daba cuenta que me gustaba enseñar”, narra.
Por su experimento, el curso de María también recibirá un premio y una mención del INTA
Ahora, con 44 años, hace 13 que ejerce la docencia y ya no es creyente. Se define como una maestra desestructurada: “Me gusta sacar la escuela de la escuela”. La inspira la película Escritores de la libertad, dice que refleja lo que le pasa con sus alumnos y que quiere saber cómo piensa cada uno de ellos.
“Para mí es una pasión lo que hago”, expresa. Ella vive en Temperley y, en invierno, se despierta cuando todavía es de noche para viajar hasta la escuela de Nueva Pompeya.
Los alumnos de quinto “A” de la primaria Ignacio Fermín Rodríguez son parte de su vida, al punto que los compañeros de la facultad de María los conocen de tanto hablar de ellos. “Somos un equipo”, concluye.