Se realizó una carrera con 70 autos clásicos desde Recoleta a Tigre
La competencia de vehículos antiguos partió desde el bar La Biela, donde los conductores, vestidos con las características de distintos personajes ligados a la historia del automovilismo, llenaron de color y de pasión por “los fierros” la mañana porteña.
Unos 70 vehículos de diversos estilos, diseños y orígenes, y con conductores vestidos con trajes antiguos, participaron ayer domingo de una carrera organizada por el Club de Automóviles Clásicos de la República Argentina y que se extendió desde el barrio de Recoleta hasta la localidad bonaerense de Tigre.
“Estamos muy orgullosos de participar de un evento de este estilo porque nos permite demostrar nuestra pasión a todo el público”, indicó a Télam Jorge Vázquez, dueño de un Ford T color negro e integrante de la Asociación de Autos Antiguos de Córdoba, en alusión al llamado Gran Premio Recoleta Tigre.
Según el dueño del Ford T, quien usaba un traje de color negro y un sombrero alargado, el automóvil se encontraba en un galpón de Belle Ville en Córdoba, en estado de abandono, por lo que tuvo que hacer un largo trabajo para poder restaurar esa pieza clásica. “Lo más complicado fue restaurar el motor, porque hay piezas que son muy difíciles de conseguir, pero gracias a muchos conocidos pude lograr restaurarlo”, dijo Vázquez, quien se encontraba con su pareja y su hijo, quienes también vestían trajes antiguos.
En el espacio en donde se agrupaban los vehículos, las personas que se encontraban en la zona norte porteña se acercaban con curiosidad y mucho interés a los autos antiguos para pedir fotos y videos con las unidades.
Roberto Suárez es dueño de un Dodge de 1915 de color negro, que llamaba la atención por el ruido de bocina colocado en la parte derecha del vehículo, e integra una agrupación de autos antiguos de Río Negro. Suárez, quien se encontraba con su hijo, reconoció que su pasión por los autos se lo debe a su padre, quien trabajó mucho tiempo como mecánico. “Este auto es el fruto de mucho tiempo de trabajo y esfuerzo, porque le dediqué muchas horas, días y meses de mi vida. Es parte de mi familia”, dijo emocionado el conductor que portaba una gran pipa.
Con el número 5 en el frente y una bandera de Entre Ríos flameando en la parte trasera, Omar condujo un Chevrolet Roadster de 1927, cuyos bordes de color dorado brillaban en el barrio de Recoleta. Mientras tomaba un café y revisaba los detalles del vehículo, Omar, que tenía una gorra de cuero, similar al estilo representado por Pierre Nodoyuna del dibujo animado los Autos Locos, remarcó: “me gusta participar de estos encuentros porque está bueno conocer a otros colegas que tengan la misma pasión por los fierros igual que yo”. “Siempre tuve el sueño de tener un auto de este estilo y en 2014, gracias a unos conocidos que lo encontraron, tuve la posibilidad de tener mi vehículo de este tipo”, indicó.
En el encuentro también participaron y se exhibieron motos antiguas de principios del siglo XX, con diversos estilos y cuidados, que atraían la vista del espectador. Marcelo Márquez, motociclista y coleccionista de motos, era dueño de una Harley Davidson de 1925 color verde. “Este es un legado familiar, lo tuvo mi abuelo, luego mi padre y luego me lo dejó a mí. Lo cuido más que mi vida“, reconoció el motociclista de 55 años, oriundo de San Fernando.
Con el número 1 en una calcomanía, un automóvil Anasagasti de 1912, uno de los primeros autos de fabricación nacional, propiedad del Club de Automóviles Clásicos, se destacaba con palancas de cambio de color dorado, una gran bocina de color negro, el techo recubierto por una tela blanca y asientos de cuero original. “Este auto es uno de los primeros de fabricación nacional y cuyo motor, a pesar del paso del tiempo se mantiene como original”, contó Manuel, uno de los restauradores del vehículo.
El Club de Automóviles Clásicos de la República Argentina recreó la primera carrera en ruta abierta para automóviles en nuestro país; que tuvo lugar el 9 de diciembre de 1906 entre el elegante barrio de la Recoleta y la localidad de Tigre, organizada por el recientemente fundado Automóvil Club Argentino (1904) y dividida en dos etapas.
La reedición de esta histórica carrera es un homenaje a uno de los más importantes eventos en la historia del automovilismo argentino y es también el evento más importante para automóviles veteranos en América Latina.
La carrera partió desde la avenida Quintana entre Ayacucho y el histórico bar La Biela, donde los participantes desayunaron antes de la largada, que fue saludada con pañuelos por el público que paseaba por la Recoleta.