Otto Wulff: El impactante edificio que mira a la ciudad con 680 ojos
Actualmente forma parte del Catálogo de Edificios de Valor Patrimonial de la ciudad y es una de las pocas construcciones realizadas en ese año en hormigón armado.

El Edificio Otto Wulff es considerado junto a la Confitería El Molino uno de los más importantes de Buenos Aires. Ubicado en la intersección de la Avenida Belgrano y la Calle Perú, en Monserrat, es obra del arquitecto danés Morten F. Rönnow, quien se inspiró en uno de los artistas plásticos más reconocidos de la época. Cien años atrás se estima que el lugar perteneció al virreinato del Río de La Plata.
Considerado como una maravilla arquitectónica, este pionero “rascacielos” porteño comenzó su construcción en 1912, luego de que los empresarios Otto Wulf y Nicolás Mihanovich adquieran el terreno en una subasta con la suma de 60 mil pesos. Allí se estableció la sede de la delegación diplomática del Imperio Austrohúngaro, donde Mihanovich era cónsul honorario en la Argentina.

El estilo del edificio tiene rasgos renacentistas y neogóticos, con símbolos del Modernismo o Art Nouveau en su versión francesa. Actualmente forma parte del Catálogo de Edificios de Valor Patrimonial de la ciudad y es una de las pocas construcciones realizadas en ese año en hormigón armado, un material muy novedoso para la época.
La casa de la vieja virreina
“La casa de la vieja virreina” fue otra denominación dada el edificio Otto Wulff cuando se lo inauguró, en 1914: Según explican los históricos, se aludía a la casona que, a partir de 1801, fue residencia de Joaquín del Pino y Rozas, octavo virrey del Río de la Plata, a quien su viuda sobrevivió hasta edad muy avanzada.
Tal es así que, actualmente, en el Otto Wulf hay una placa con la figura de la antigua casa de la virreina y la inscripción: “El Banco de la Ciudad de Buenos Aires en su centenario recuerda la sede de su precursor “Monte de Piedad” instalado en este solar de la casa de la Virreina 23/5/1978″.

Los atlantes y 680 ojos que miran a la gente pasar
Concebido además en su exterior como una escultura o como un grupo escultórico, Rönnow se inspiró en el artista Franz Metzner: La fachada está llena de personajes y sostenida por ocho atlantes de cinco metros que, ubicados en el segundo piso, soportan el peso de la construcción que en su momento fue uno de los edificios más altos de Buenos Aires con 60 metros altura.
Los ocho atlantes representan al herrero, el carpintero, el forjador, el aparejador, el albañil, el escultor, al jefe de obras y al mismísimo arquitecto. Además, se pueden observar otros animales colocados como víboras, abejas y sus paneles, sapos y búhos. Fue el arquitecto Fernando Lorenzi quien analizó minuciosamente este edificio y contó 680 ojos entre todas las criaturas.
Avanzado el siglo 19 la casona se convirtió en residencia obispal de la ciudad de Buenos Aires, vivienda del ministro de Portugal ante la Confederación y en 1878 fue sede del Montepío Municipal (antecesor del Banco Ciudad de Buenos Aires). En 1998 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires encaró la reparación del pararrayos que se había desplazado a más de 10 grados de su eje. Ya en 2021, históricos y especialistas consideran que debe realizarse una renovación y mantenimiento íntegro para su preservación.

En estos tiempos, la obra está catalogada con protección estructural desde el punto de vista de las normas sobre conservación arquitectónica, es decir, cualquier modificación de ella requiere la autorización previa.